REGENERACION, NO RELIGION
“Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado” (Isaías 29:13).
Dios rechaza la religiosidad externa, ritualista e hipócrita. Él dijo acerca de Israel: “Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado” (Isaías 29:13). El profeta Jeremías se lamentó ante Dios sobre los judíos: “Cercano estás tú en sus bocas, pero lejos de sus corazones” (Jeremías 12:2).
En su magnífico discurso sobre la salvación, conocido como el Sermón del Monte (Mateo 5–7), el Señor Jesucristo destruyó cualquier esperanza de salvación a través de logros humanos. Denunció las oraciones que se hacían como vanas repeticiones, las limosnas como un desfile de orgullo farisaico, y el modo externo en que guardaban la ley mientras hacían caso omiso de las actitudes del corazón con hipocresía absoluta. En resumen, Jesús señaló la total incapacidad de todas las ceremonias y rituales humanos para obtener salvación.
No obstante, muchas de las personas que llenan los templos hoy continúan fingiendo. Quizás fueron bautizadas siendo bebés, van a los cultos, realizan rituales, oran, leen sus Biblias, e incluso sirven como pastores y líderes en la iglesia. La salvación es por gracia y solo por ella. Tratar de conseguir la salvación por la obediencia es imposible, y conduce a la hipocresía y a la desesperanza. La religión es confiar en la propia capacidad de uno para ser lo suficientemente bueno como para impresionar a Dios. ¡Qué gran error!
Es trágico que muchos intenten llegar al cielo a su manera y no a la manera de Dios. Ellos intentan tomar cualquier camino hacia Dios, menos el camino de Él. Ellos pagan cualquier precio, pero no aceptan el precio que Jesucristo pagó. Ellos harán cualquier obra por Dios, pero no aceptarán la obra que el Hijo consumó para ellos. Ellos recibirán cualquier regalo de Dios, menos la dádiva de la salvación gratuita. Tales personas son religiosas, pero no regeneradas.
Es el arrepentimiento de los pecados y el creer en Jesucristo como Salvador y Señor, esta es la manera de Dios. ¿Que podría ser más sencillo que creer? Nada que ganar, ni búsqueda que cumplir, ni reto que superar, ni mérito que obtener. Tenemos solo que confiar en el que nos hizo, que nos ama, y que satisfizo todas las expectativas de Dios por toda la humanidad. La mayoría, sin embargo, escogerá la religión en vez de la regeneración. El orgullo no solo es poderoso, también es cegador.