“Vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia.” (1 Pedro 2: 10)
Es un gravísimo error cuando dejamos que las opiniones de otros determinen lo que pensamos acerca de nosotros. Hay etapas de la vida en que somos más susceptibles a esto, recuerda tu adolescencia y parte de tu juventud. En mi mente aun permanecen frescos los recuerdos cuando tanto me importaba agradar a otros.
Sin embargo, el tiempo no se detiene y Dios va diseñando un plan con cada experiencia que nos ocurre en las cuales podemos aprender. No somos lo que otros dicen de ti o de mí. Somos lo que Dios dice que somos:
Vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia.” (1 Pedro 2: 10)
Esta descripción nos recuerda nuestra condición pasada: “no erais pueblo” “no habías alcanzado misericordia”. Vivíamos sin rumbo sin conocer a Dios ni experimentar su misericordia. Ahora somos pueblo de Dios que hemos alcanzado su preciosa misericordia.
Deja de escuchar a otros, no dejes que te pongan una etiqueta ni actúes conforme a ella. Ahora eres un hijo de Dios, parte de su pueblo y objeto de su especial cuidado y atención.
Examina tu Biblia está llena de verdades acerca de lo que Dios dice que somos para El, léelas, créelas y disfrútalas. Que ellas sean el alimento que nutra tus pensamientos y poco a poco te irás zafando de los letales tentáculos con que el mundo te abraza y te hace presión. No pierdas tiempo, abre tu Biblia y comienza ahora mismo.
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