Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.” (Apocalipsis 21:8)

Desde la caída la mentira ha formado parte del estilo de vida de la humanidad no redimida. Por ejemplo, mienten los políticos en campaña una y otra vez para agradar a sus votantes. Y los ingenuos creen en sus promesas sin prestar atención a sus acciones en el deshonesto mundo de la política. Y no solo en esta área, donde las mentiras a veces son tan evidentes. Prácticamente nuestra sociedad hoy ha creado una adicción a la mentira, la han convertido en el aceite que engrasa la interacción con los demás.

Pero no por eso deja de ser un pecado. La Biblia nos dice en su último libro: “Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.” (Apocalipsis 21:8) Juan concluye su visión de conjunto del cielo nuevo y de la tierra nueva con una seria y solemne advertencia. Señala a los que serán excluidos de toda participación en las bendiciones del cielo, todos los pecadores sin perdón ni redención. Y en contra de nuestros acomodos carnales, en esta terrible lista aparecen los mentirosos. Aquellos cuya vida está caracterizada por tales cosas al vivir practicándolas, dan evidencia de que no son salvos y nunca entrarán en la ciudad celestial. Por el contrario, “tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda”.

Aun después de leer este versículo, ¿sigues creyendo que la mentira es algo sin importancia? Dios detesta la mentira y se contenta con la verdad, nos dice proverbios: “Los labios mentirosos son abominación a Jehová; pero los que hacen verdad son su contentamiento.” (Proverbios 12: 22) La mentira suele tomar diferentes formas. Tenemos las medias verdades y las exageraciones. No se puede tratar de “estirar” la verdad sin que esta pierda su forma. Cuando estiramos la verdad, como si fuera una banda elástica, siempre vuelve con fuerza en contra nuestra: “El testigo falso no quedará sin castigo, y el que habla mentiras no escapará.” Las consecuencias de la mentira siempre nos alcanzarán.

La verdad siempre es el mejor camino. Siempre di la verdad y nunca tendrás que acordarte de lo que dijiste. Aunque la honestidad tal vez no sea popular, siempre es lo mejor. La verdad siempre será verdad, aunque nadie crea en ella. Ya que Dios es verdad, la mentira es la mayor antítesis de su naturaleza. El engaño es el arma principal de Satanás, el enemigo de Dios y la humanidad. Por ende, mentir es imitar al diablo.

Imitemos a Dios desechando la mentira: “No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno.” (Colosenses 3: 9- 10)

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