“Y creó Dios al hombre a su imagen,
a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.”
(Génesis 1: 27)
Así como el paganismo ha sido y es la gran plaga de India, África y muchas otras partes del mundo, el cristianismo ha sido la enorme bendición del occidente. Europa y los Estados Unidos han sido considerablemente bendecidos debido al cristianismo y a su influencia en la filosofía política, social y económica.
Las grandes y genuinas preocupaciones por los derechos humanos, el cuidado de los pobres, los orfanatos, los hospitales, la reforma penitenciaria, la reforma racial y de esclavos, y de una serie de otros problemas, no vinieron del paganismo, del humanismo o de ideologías políticas sino del cristianismo bíblico.
Por otra parte, la actual visión degradada de la vida humana reflejada en la baja opinión acerca de la familia y en el crecimiento legal y social de la aprobación del aborto, el infanticidio, y la eutanasia, son el legado del humanismo y la práctica del ateísmo. Por eso la sociedad va de mal en peor. Por eso hay tan poco respeto por la vida humana.
La Biblia nos enseña el genuino valor de cada ser humano, el cual radica en la verdad de que hemos sido creados a la imagen y semejanza de Dios: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.” (Génesis 1: 27) La realidad es que sin una adecuada opinión de Dios no puede haber una apropiada opinión del ser humano.
Dios creó la vida humana y nosotros reflejamos su imagen. Para él, la humanidad es tan valiosa, que hizo lo necesario para redimirnos del mal enviando a su Hijo a morir en nuestro lugar. El asesinato, por lo tanto, es una afrenta personal al dador de la vida. Y el aborto es también asesinato. El aborto es el homicidio que se comete en contra de seres humanos que no han nacido. Se dice que en nuestro país se produce un aborto cada treinta segundos 137 cada hora y 3.300 abortos diarios. Una situación alarmante en verdad.
Una nación que permite y hasta alienta esta ejecución espantosa de los más inocentes e indefensos seres creados a imagen y semejanza de Dios, de ninguna forma podrá escapar a su juicio inminente. La tierra clama por la sangre derramada de millones y millones de bebés masacrados. El hombre no puede darle las espaldas a Dios y salirse con la suya. Dios va a responder.