“Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey;
porque se sostuvo como viendo al Invisible.”
(Hebreos 11: 27)
Hay días en que nos sentimos bajo una presión tal, que estamos en el borde mismo de la desesperación. Todo parece conspirar en contra nuestra, creemos dar un paso adelante y en realidad estamos dos hacia atrás. Pasamos noches sin poder dormir bien y cuando estamos despiertos se nos hace imposible ganar concentración porque nuestros pensamientos están llenos de preocupaciones. Transitamos por este tiempo embargados por el desánimo. Esta es una experiencia muy desagradable.
Cuando enfrentamos estas situaciones difíciles, es que nos percatamos que somos demasiado débiles para manejarlas por nuestras fuerzas. Necesitamos enfrentar el hecho de que jamás podremos manejar solos estas presiones. La fortaleza de Dios será nuestra cuando reconozcamos esto, no antes.
¿Qué podemos hacer entonces? Moisés nos servirá como ejemplo: “Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible.” (Hebreos 11: 27) Él se encontraba en medio de circunstancias adversas en las que tuvo que tomar una difícil decisión y salió adelante “porque se sostuvo viendo al invisible”.
Moisés sabía que Dios lo sostendría, lo fortalecería y recompensaría, sin importar lo que pasara o tuviera que enfrentar. El creyó con David: “Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?” (Salmo 27: 1) La fe rechaza la presión del mundo sin importar cuál intensa pueda ser. La fe tiene un enfoque en lo eterno.
El concentramos en lo invisible nos ayuda a soportar lo que, en otras circunstancias, sería insoportable. Moisés soportó los tiempos difíciles, manteniendo su perspectiva vertical. Utilizó sus pruebas como recordatorio de que debía enfocarse en las cosas que no veía. Cuando su corazón está bien con Dios, es posible hacer eso.
Hermano, deja de mirar a tu alrededor y comienza a mirar hacia arriba. Mira al invisible como lo hizo Moisés. Solo así podrás decir como Job: “De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven.” (Job 42: 5)
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