“Pero estaré en Éfeso hasta Pentecostés;

porque se me ha abierto puerta grande y eficaz,

y muchos son los adversarios.”

(1 Corintios 16:8-9)

La oportunidad y la oposición suelen caminar juntas: “Pero estaré en Éfeso hasta Pentecostés; porque se me ha abierto puerta grande y eficaz, y muchos son los adversarios.”(1 Corintios 16:8-9) Al apóstol Pablo Dios le abrió una puerta grande y eficaz en Éfeso, no obstante junto con ella vinieron muchos adversarios.

Dios ha permitido que Satanás se oponga al reino de Dios en varias formas. Las Escrituras mencionan muchas de ellas. El apóstol Pablo escribió a los tesalonicenses: “Por lo cual quisimos ir a vosotros, yo Pablo ciertamente una y otra vez; pero Satanás nos estorbó.” (1 Tesalonicenses 2:18) Es el propósito de Satanás frustrar el progreso del reino de Dios tal como un ejército busca trastornar el avance de otro ejército contrario. La palabra que se traduce “estorbó” es un término militar que se refiere a cavar una trinchera u obstaculizar un camino. Una táctica defensiva de los ejércitos de la antigüedad era cavar una trinchera enorme para evitar que las tropas enemigas alcanzasen a sus hombres. Otra forma de malograr el progreso del enemigo era romper un camino de ladri­llo o piedras para que este no pudiera usarlo. Así, Pablo describió al enemigo como una fuerte obstrucción sobrenatural al deseo fuerte del apóstol de volver a Tesalónica.

El apóstol Pedro retrata a Satanás como un león rugiente en busca de víctimas para devorar (1 Pedro 5:8) Sin embargo, el diablo aunque tiene poder no es todopoderoso, ni omnipresente, él no puede hacer nada contra los creyentes que sea contrario a la providencia divina: “Dijo Jehová a Satanás: He aquí, todo lo que tiene está en tu mano; solamente no pongas tu mano sobre él. Y salió Satanás de delante de Jehová.” (Job 1: 12) “Y Jehová dijo a Satanás: He aquí, él está en tu mano; mas guarda su vida.” (Job 2: 6) Satanás obra según su naturaleza perversa y sus malvados propósitos, pero Dios le traza los límites, Él no puede ir más allá de lo que Dios le permita. 

Cuan­do te enfrentes al enemigo, no hay lugar para la jactancia. Sin embargo, hay lugar para la confianza en Cristo. Cuéntale de tu debilidad, de tus temores. Pídele su ayuda, su protección. Pídele que piense a través de ti, que actúe más allá de tus fuerzas y que te de seguridad. Él lo hará.

Conociendo esto, no te engañes pensando que la presencia de dificultades en medio de lo que has considerado una oportunidad de Dios, es señal de que estas en el lugar equivocado. Puedes estar precisamente donde Dios quiere que estés y aun así experimentar pruebas, tentaciones, tribulaciones o personas difíciles. No cuentes con una estancia fácil, pero si puedes contar con la preciosa compañía del Señor llevándote a la victoria. Recuerda que, ante cualquier oposición tú y Dios son mayoría. Y que la oportunidad y la oposición suelen caminar juntas.

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