“Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia;

porque la vida del hombre no consiste

en la abundancia de los bienes que posee.” 

(Lucas 12: 15)

Hay quienes equivocadamente piensan que la vida es la suma total de lo que poseen. Son personas que, en gran medida por miedo, cayeron en la trampa de la avaricia. Sí, por miedo a no tener intentan hallar un sentido seguridad en lo que puedan acumular. Y los cristianos no estamos exentos de quedar enredados en esta red. También por miedo y falta de fe, algunos creyentes llegan a pensar que Dios o bien no puede cuidarle, o no va a cuidarle. Jesús fue claro en su advertencia: “Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.” (Lucas 12: 15)

Cito las palabras J.R. Miller: “El mundo mide a la gente por su cuenta bancaria. Pero nunca ha habido un error más fatal. Un hombre se mide realmente por lo que es, no por lo que posee.”  Es doloroso ver como muchos caen en la trampa del materialismo y la codicia. Seneca tenía razón al decir: “El dinero todavía no ha hecho a nadie rico” Leamos las palabras que escribió un hombre rico: “Cuando aumentan los bienes, también aumentan los que los consumen. ¿Qué bien, pues, tendrá su dueño, sino verlos con sus ojos? Dulce es el sueño del trabajador, coma mucho, coma poco; pero al rico no le deja dormir la abundancia.” (Eclesiastés 5: 11, 12) En otras palabras, a más dinero, más personas; a más personas, más preocupaciones, a más preocupaciones, menos tranquilidad y sueño.  Honestamente, ¿eso es realmente disfrutar de la vida? ¿Es esta la riqueza genuina?

La solución al problema de la codicia está en encontrar en Dios lo que el hombre pretende hallar en la riqueza. Dios es el dueño de todo: “Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos.” (1 Crónicas 29: 11)

Dios es el Soberano, el hombre necesita reconocerlo e ir a Él a través de su Hijo Jesús para ser parte de su familia. Dios conoce todas las necesidades de sus hijos: “No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” (Mateo 6: 31- 33) Así que, ve a Dios y descansa en El, reconociendo que no solo quiere cuidar de ti, sino que además Él puede.

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