“En las muchas palabras no falta pecado;

mas el que refrena sus labios es prudente.”

(Proverbios 10: 19)

 “El que guarda su boca y su lengua,

su alma guarda de angustias.”

(Proverbios 21: 23)

Un modo en el que manifestamos nuestra madurez espiritual es actuando responsablemente con lo que decimos y como lo decimos. Un cristiano maduro es aquel que está despierto a la realidad de la influencia que ejerce con sus palabras. Zig Zglar dijo en una de sus series de audio: “Recuerda: el micrófono siempre esta encendido”  

Muy ciertas sus palabras, siempre hay un oído escuchando lo que decimos, siempre. Nuestras palabras nunca pasan inadvertidas. A través ellas ejercemos influencia sobre las personas que nos rodean, puede ser para bien o para mal. Cada palabra que expresamos, la manera como lo hacemos tiene su significado e impactarán en la vida de otros. Una vez que decimos algo, ya no es posible regresarlo.

Sería maravilloso que podamos recordar permanente estos proverbios: “En las muchas palabras no falta pecado; Mas el que refrena sus labios es prudente.”  (Proverbios 10: 19) “El que guarda su boca y su lengua, su alma guarda de angustias.” (Proverbios 21: 23)

Seremos sabios si reconocemos la importancia de tener control sobre nuestras palabras. Somos sabios si reconocemos que siempre habrá una audiencia escuchando. Parte de esa audiencia será nuestra familia, ellos captarán todo tono sutil y matiz que salga de nuestra boca. En estos versos encontramos un llamado de alerta, necesitamos pedir a Dios que nos haga conscientes en todo momento de lo que decimos y la manera como lo hacemos.

No lo olvidemos, ¡el micrófono está encendido!

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