El apóstol Pablo escribió: “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego” (Romanos 1: 16) El evangelio que no avergonzaba al apóstol es el evangelio que se nos revela en las Escrituras y no el que algunos hombres han creado.
El cristianismo liberal, que en realidad no tiene nada de cristianismo, rechaza las doctrinas bíblicas centrales. Alguien resumió el evangelio que ellos predican de la siguiente manera: “Un Dios sin ira llevó a los hombres sin pecado a un reino sin juicio, por medio de las atenciones de un Cristo sin cruz”. Esto sí es una vergüenza y nada tiene que ver con el genuino evangelio que dice todo lo contrario: “Un Dios Santo y Justo que se llena de ira contra hombres pecadores, que solo pueden ir al cielo por medio del gran sacrificio de Cristo en la cruz”
El mismo Pablo define al evangelio de esta manera: “Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras “ (1 Corintios 15: 3- 4) ¡He aquí el gran poder de Dios para salvación a todo aquel que cree! Este es el evangelio que no avergüenza y que estamos llamados a proclamar.
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