“Alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos” (Efesios 1:18)

Las emociones tienen un lugar importante en la vida cristiana, pero solo son confiables cuando están guiadas y controladas por la palabra de Dios (Colosenses 3:16). Cuando el Espíritu Santo obra en la mente del creyente, le permite entender verdades divinas profundas e insondables, y luego relaciona esa verdad con la vida, incluso aquellos aspectos de la vida que involucran nuestras emociones. Por tal razón Pablo ora para que los creyentes sean alumbrados acerca de la grandeza del plan de Dios: “Alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos” (Efesios 1:18). El apóstol pide que ellos reciban entendimiento de la esperanza “a que él os ha llamado y de las riquezas de la gloria de su herencia en los santos” Ese plan glorioso de Dios para la redención de la humanidad, ese plan para traer a los pecadores de regreso a Él a través de su Hijo Jesucristo, mediante lo cual les convierte en miembros de su familia, hijos adoptados por la fe. Ahora que ellos pertenecían a Cristo, el deseo de Pablo era que los creyentes se dieran cuenta a plenitud de lo que significaba eso.

El gran plan de Dios es que todos y cada uno de los creyentes sean un día “hechos conformes a la imagen de su Hijo” (Romanos 8:29). Esa es la esperanza a que él nos ha llamado. La plenitud de esa esperanza será experimentada cuando recibamos “las riquezas supremas de la gloria de su herencia en los santos”. Es una verdad demasiado maravillosa para describir con palabras, y esta es la razón por la que se requiere la iluminación de su Espíritu.

Hasta que comprendamos quiénes somos verdaderamente en Jesucristo, es imposible que vivamos una vida obediente y plena. Solo cuando sepamos quiénes somos en realidad podremos vivir como lo que somos. Solo cuando llegamos a entender cómo es que nuestra vida está anclada en la eternidad, podemos tener la perspectiva y motivación correctas para vivir en el tiempo. Solo cuando lleguemos a entender lo que significa nuestra ciudadanía celestial, podremos llevar vidas obedientes y productivas como ciudadanos piadosos en esta tierra.

Por favor recuerda eso. Dios nos conoce personalmente a cada uno, y trabaja con cada uno. En Filipenses 1:6 leemos que él no ha terminado aún su obra en nosotros: “… estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.” El que comenzó… perfeccionará. La idea es la de que completará su plan en nosotros. Él no ha terminado. Eres un proyecto no terminado del Señor viviente. ¡Piensa en eso! Así podrás lidiar mejor con tus imperfecciones y ver más claro como ese plan toma forma en tu vida. Y en vez de ir contra lo que él hace, coopera con su obra. Y recuerda la clave: ¡perseverar al entender ese glorioso plan divino!

 

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