“Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?” (Mateo 24: 3)
La discusión más extensa de Jesús sobre los futuros eventos ocurre en el llamado Discurso del Monte de los Olivos, llamado así porque fue dado a los discípulos en el Monte de los Olivos. El mensaje fue motivado por la pregunta de los discípulos: “Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?” (Mateo 24: 3) Después de dejar el templo, Jesús y los doce salieron de Jerusalén por la puerta oriental, atravesaron el valle de Cedrón, y subieron al Monte de los Olivos. Mientras el sol se ponía sobre Jerusalén y el templo se perfilaba por los últimos rayos de luz solar, le preguntaron: “Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?” Por algún tiempo los discípulos habían estado convencidos de “que el reino de Dios se manifestaría inmediatamente” (Lucas 19:11).
Jesús había estado diciendo que la casa de Dios pronto quedaría desierta (Mateo 23:38) y destruida (Mateo 24:2). Y los discípulos estaban esperando que las etapas finales de la obra del Mesías se desarrollaran en una rápida sucesión. Las naciones seguramente se levantarían contra Él. Jesús las derrotaría rápidamente, purificaría Jerusalén, reuniría a los judíos de todo el mundo, y establecería su reino glorioso. Ahora los discípulos querían saber: “¿qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?” ¿Cuáles serían las primeras señales? ¿Cómo sabremos cuándo ocurrirán esos eventos restantes? Ellos querían saber, ellos buscaban manejar la mayor información posible. Jesús les dice lo que necesitaban conocer y no solo a ellos (que conformaban su auditorio inmediato), sino también los que vendrían después en el futuro, específicamente en el tiempo de la tribulación.
Jesús concluye su enseñanza sobre la tribulación futura y las señales que ocurrirían en Mateo 24, con una historia sobre una higuera: (Mateo 24: 32-35) Esta parábola señala que cuando brotan las hojas de un árbol, sabemos que el verano está cerca. Sabemos que el regreso de Cristo no está lejos. Sin embargo, Él nos advirtió que solo sabremos el momento aproximado de su regreso, es decir, sabremos que está cerca: “Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre.” (v. 36). Ningún ser humano puede pretender que conoce la fecha exacta del regreso del Señor. Solo podemos ver las señales que nos muestran que el momento está cerca. Creo que el principio del fin se acerca rápidamente, pero no tenemos idea de qué tan pronto llegará. Y necesitamos recordar que “es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz.” (Romanos 12: 11- 12)
No es un secreto que ya estamos en la larga y oscura noche antes del amanecer del regreso de Cristo. Y algunos creyentes duermen, mientras otros se involucran en las obras de la oscuridad. Hoy que está más cercano el regreso de Cristo que antes y podría ocurrir en cualquier momento, no podemos permitirnos estar dormidos. Necesitamos estar alertas, dejar la apatía y el letargo espiritual para responder a las cosas de Dios y vivir en una gozosa expectativa de ese día. Si vivimos como si Cristo viniera mañana, siempre nos esforzaremos por estar preparados para ello.
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