“Inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos.”

(2 Tesalonicenses 2: 9-10)

En el clásico 1984 de George Orwell, el autor nos lleva a un personaje llamado Gran Hermano, el líder dictatorial de Oceanía. Carteles llevan su imagen por todas partes, proclamando: “El Gran Hermano te está mirando”. La policía vigila de cerca las conversaciones y acciones de todos sus ciudadanos. Es un mundo donde el gobierno es dios. Escrito a raíz de la Segunda Guerra Mundial con el régimen nazi de Hitler y el estalinismo como telón de fondo, 1984 es una advertencia profética secular contra los males del totalitarismo. Esta novela se ha convertido en sinónimo del control político y extralimitación gubernamental. La estrategia de propaganda del Gran Hermano está diseñada para lavar el cerebro del pensamiento del público, convenciendo gradualmente a las masas de que “la guerra es paz”, “la libertad es esclavitud” y “la ignorancia es fuerza”. Y cuanto mayor sea la mentira, mayor será el éxito a la hora de persuadir a la gente de esa mentira. El doble discurso también se emplea para oscurecer, distorsionar, disfrazar o redefinir palabras con el fin de hacerlas más fácilmente aceptables. Básicamente, el doble discurso hace que las mentiras parezcan más ciertas.

Parte de lo que Orwell escribió en 1949 ha llegado a nuestra propia cultura. Los cristianos con discernimiento bíblico pueden reconocer las implicaciones retratadas en este libro superventas. Con el paso del tiempo, muchas de las representaciones ficticias de Orwell se han ido abriendo camino en el tejido de nuestra conciencia cultural. Esto se debe a que Satanás es el maestro del doble discurso, un engaño especialmente convincente para las mentes oscurecidas y los creyentes sin discernimiento. Y ha tejido su engañosa red de mentiras en el pensamiento dominante de manera tan sutil y efectiva que nuestra generación actual está completamente convencida de que esta realidad reinventada, donde a lo malo dicen bueno y a lo bueno malo, es cierta.

La Biblia nos advierte, la humanidad incrédula y rebelde se prepara para la aparición del “inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos.” (2 Tesalonicenses 2: 9-10) Esta es una descripción de la manifestación del anticristo, el último dictador mundial. Cuyo régimen totalitario se sostendrá precisamente por el poder de Satanás y todo tipo de engaños y mentiras. Harán que la gente crea la mentira que él es un ser divino y le adorarán. Juan vio que los seguidores engañados del anticristo “adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién como la bestia, y quién podrá luchar contra ella?” (Apocalipsis 13:4; vv. 12–15). El anticristo engañará al mundo con todo engaño de iniquidad a su disposición; él juntará todo el poder seductor, incontrolado y sin diluir del mal, para tentar al mundo a darle una influencia sobre este sin precedentes. Y esto no es un relato de ciencia ficción como la novela de Orwell, esto es profecía bíblica. Dios dice que va a ocurrir y ocurrirá. Pero tú no tienes por qué enfrentar ese futuro tenebroso. Si eres un hijo de Dios no tendrás que vivir esta espantosa realidad. El Señor ha prometido venir antes por su pueblo: “En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.” (Juan 14: 2-3)

¿Eres parte de su pueblo? Según la Biblia, la fe salvadora es aquella que descansa únicamente en Jesucristo: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” (Hechos 4: 12) El mismo Jesús dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” (Juan 14: 6) ¡No te engañes! Fuera de Jesucristo no hay y no habrá salvación.

 

 

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