“Visitó Jehová a Sara, como había dicho, e hizo Jehová con Sara como había hablado.  Y Sara concibió y dio a Abraham un hijo en su vejez, en el tiempo que Dios le había dicho. “(Génesis 21: 1-2)

Dios no tiene prisa y no solo tiene su manera de hacer las cosas, también tiene su tiempo para hacerlas. Y, por cierto, su tiempo es siempre perfecto. Eso significa que no hay mejor momento que aquel que Dios soberanamente establece.

Abraham y Sara tuvieron que esperar un cuarto de siglo para recibir el cumplimiento de la promesa divina de tener un hijo. Pero sin importa el tiempo transcurrido, Dios cumplió lo que había prometido. Y lo hizo en su tiempo: “Visitó Jehová a Sara, como había dicho, e hizo Jehová con Sara como había hablado.  Y Sara concibió y dio a Abraham un hijo en su vejez, EN EL TIEMPO QUE DIOS LE HABIA DICHO.” (Génesis 21: 1-2) ¿Por qué tuvieron que esperar tanto tiempo? Fue la decisión soberana de Dios. Lo cierto es que Abraham no habría estado listo ni un momento antes. Tengamos en cuenta que había más en juego con esta promesa que solo un bebé. Dios estableció un pacto con Abraham como el primer paso de una estra­tegia amplia y predeterminada por medio de la cual Él redimirá al mundo del pecado. Esto implicaba multiplicar a los descendien­tes de Abraham hasta formar una nación, bendiciéndolos con provi­sión y protección, y luego estableciéndolos en la Tierra de la Promesa.

Abraham necesitaba madurar espiritualmente, por lo que el Señor esperó. Y debido a que Dios no olvida Sus promesas, Abraham y Sara no tenían razón para dudar. Sin embargo, tristemente, sí dudaron de Él a menudo. Abraham dudó de la provisión de Dios y corrió a Egipto. Él y su esposa dudaron de los detalles de la promesa de Dios, por lo que se adelantaron y concibieron un hijo por medio de Agar. Más de una vez, Abraham dudó de la protección de Dios y mintió para salvarse a sí mismo. Cada uno de estos tiempos de duda trajeron problemas, algunos de los cuales nos afectan hasta el día de hoy.

Debido a que el Dios Fiel (Salmo 36: 5) y había hecho la promesa específicamente a Abraham y Sara, ellos podían contar con su cumplimiento: “Visitó Jehová a Sara, como había dicho, e hizo Jehová con Sara como había hablado.”   (Génesis 21:1). Alrededor de un año antes, el Señor había prometido que Sara concebiría y daría a luz a un hijo. “Y Sara concibió y dio a Abraham un hijo en su vejez, EN EL TIEMPO QUE DIOS LE HABIA DICHO.” (Génesis 21: 2) Ambos eran bien ancianos. Sara tenía noventa años y Abraham tenía cien. Aun así, a pesar del obstáculo de una vejez avanzada, se cumplió la promesa: “en el tiempo que Dios había dicho.”

Sin importar cuanto tiempo tengamos que esperar. No consideremos la espera como un no. Dios nos bendecirá, pero en su tiempo y a su manera. Recordemos que nada ocurre fuera de su plan, y todo sucederá exactamente en el tiempo que El planificó que pasaría. Saber eso y creerlo me produce una inmensa paz. ¿Y a ti?

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