“Cambiaron la verdad de Dios por la mentira,
honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador…”
(Romanos 1: 25)
En su libro Time for Truth [La hora de la verdad], el doctor Os Guinness expresa que el concepto de verdad en nuestro mundo moderno está muerto: “La verdad en cualquier sentido objetivo o absoluto, la verdad que es independiente de la mente del conocedor, ya no existe. En el mejor de los casos, la verdad es relativa, es cuestión de interpretación y todo depende del enfoque que se le dé. En el peor de los casos, la verdad se ‘construye socialmente’, es solo cuestión de costumbre humana y un testimonio para la comunidad que la cree y el poder que la instauró”. Estas atinadas palabras describen claramente nuestra situación actual. Una sociedad impía que ha arrinconado la verdad para coquetear con la mentira. ¡Esto es totalmente satánico! El diablo ha colado eficazmente una falsa definición de la verdad en nuestra cultura, en nuestras escuelas y, si, incluso en nuestras iglesias. Falsa definición de verdad que es en realidad la mentira con camuflaje.
Los hombres lo hicieron y lo continúan haciendo: “Cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador…” (Romanos 1: 25) Diariamente cambian la verdad por una mentira y en el proceso se corrompen más y más. ¡Este es un terrible cambio! Rechazar al Dios que es la Verdad, por Satanás, el padre de mentiras (Juan 8:44).
Por medio de Jeremías, el Señor declaró a Judá por su apostasía: “Te olvidaste de mí y confiaste en la mentira” (Jeremías 13:25). Hoy muchos hacen exactamente lo mismo. Se olvidan de Dios y confían en la mentira. Abandonar a Dios es abandonar la verdad y convertirse en esclavo de la mentira. Es entonces, cuando la perversidad humana se manifiesta abiertamente: “Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío.” (Romanos 1: 26- 27) Una de las características de “los que se pierden” (aquellos que están condenados por su incredulidad) es que “no recibieron el amor de la verdad para ser salvos” (2 Tesalonicenses 2:10).
Sigamos el consejo de Salomón: «Compra la verdad, y no la vendas» (Proverbios 23:23). La solución al engaño del diablo es que los seguidores de Jesús hablemos la verdad y, lo más importante, mostremos la verdad a través de nuestra vida cotidiana. ¿Por qué? Porque somos representantes de nuestro Señor, ¡quien es la verdad encarnada! Tal como Jesús lo declaró sobre Él mismo: (Juan 14:6). Desde luego, representar a Cristo como la verdad puede ser muy difícil cuando vivimos en un mundo que no valora ni cree en la verdad. Se paga un alto precio por eso, pero no tenemos otra opción si queremos ser semejantes a Jesús.
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