“Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.”

(Apocalipsis 21: 4)

No podemos imaginar un mundo sin dolor y lágrimas. Desde muy temprano aprendimos a llorar, una nalgada al ser recibidos en el parto de nuestra madre nos hizo derramar nuestras primeras lágrimas.

Sin embargo, nuestro dolor y sufrimiento no será para siempre. Llegará un día sin lágrimas. Los cristianos podemos alimentar esa gloriosa esperanza en el futuro: “Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.” (Apocalipsis 21: 4)

Dios mismo secará   toda lágrima de nuestros ojos: “porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos.” (Apocalipsis 7: 17) “Destruirá a la muerte para siempre; y enjugará Jehová el Señor toda lágrima de todos los rostros; y quitará la afrenta de su pueblo de toda la tierra; porque Jehová lo ha dicho.” (Isaías 25:8).  

Disfruta al pensar en esto, llegará un día en que no habrá más habrá lágrimas por adversidades, lágrimas por amores perdidos, lágrimas de remordimiento, lágrimas de arrepentimiento, lágrimas por la muerte de seres queridos, o lágrimas por cualquier otra razón. Todo aquello que nos produce tristeza y dolor desaparecerá, porque el pecado habrá desaparecido. Y con él, su terrible consecuencia que es la muerte: “Destruirá a la muerte para siempre…” (Isaías 25: 8ª) Ya no habrá esa gran maldición sobre la humanidad. Como prometió Pablo, “sorbida es la muerte en victoria” (1 Corintios 15:54).  Ni habrá más llanto, ni clamor en el cielo. La aflicción, la tristeza y la angustia, que producen llanto, y su manifestación externa, el clamor, no existirán en el cielo.

 Todo esto indicará que las primeras cosas pasaron. Toda antigua experiencia humana relacionada con la creación original y la caída desaparecerán por siempre, y con ella todo el pesar, el sufrimiento, la tristeza, la enfermedad, el dolor y la muerte que la ha caracterizado desde la caída. 

Espera… llegará ese día sin lágrimas.

 

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