“Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.”

(Juan 15: 5)

Un nuevo año, sinónimo de nuevas oportunidades, nuevos retos, nuevos sueños y nuevas metas. Lo único que hará posible el logro de estas cosas será nuestra dependencia de Dios. Si confiamos únicamente en nosotros, la historia se repetirá, a medio camino abandonaremos.

Jesús dijo: ” Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.” (Juan 15: 5)  Si Jesucristo nos acompaña no solo como Salvador sino como el Soberano Señor de nuestra vida en quien confiamos y de quien dependemos, veremos oportunidades bien aprovechadas, desafíos aceptados y dominados, sueños realizados y maravillosas metas alcanzadas.

La garantía del éxito en cualquier tarea que emprendamos para el Señor radica en contar con su misma presencia dándonos poder y bendiciendo lo que realizamos. Meditemos nuevamente en las palabras finales del versículo: “porque separados de mí nada podéis hacer.”  Y yo diría, nada podemos hacer que sea perdurable, lleno de frutos. La clave para semejante logro es como dijo el mismo Señor “permanecer en Cristo y El en nosotros”, es decir, vivir en comunión íntima con nuestro Dios.

También el salmista nos dice: “Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican; Si Jehová no guardare la ciudad, En vano vela la guardia.”(Salmo 17: 1)

El apóstol Pablo con absoluta humildad llegó a reconocer su incapacidad: “No que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios”  (2 Corintios 2: 5) Somos incapaces en nosotros mismos, despojémonos de todo orgullo y llenémonos de la suficiente humildad para admitirlo, ese será el comienzo de un nuevo camino de servicio bendecido y fructífero en la Obra de Dios.

No olvides esto ahora que se inicia tu marcha, también recuérdalo cuando esa marcha se te muestre agotadora.

Con Jesús todo es posible, sin El nada. Comencemos bien.

Comparta!