“Por cuanto llamé y no quisisteis oír”

(Proverbios 1:24 a).

Un rechazo obstinado al llamado de Dios revela un espíritu arrogante y una mente embotada: “Por cuanto llamé y no quisisteis oír” (Proverbios 1:24 a). En el contexto donde aparecen estas palabras, la sabiduría se personifica como una heroína valerosa que se encuentra en medio del camino (un simbolismo de la vida diaria) y de allí clama al hombre para ganar su atención. Su invitación es a dejar de divagar peligrosamente para encontrar una vida con propósito. Recordemos que Dios es la fuente de la verdadera sabiduría. Entonces el llamado es de Dios mismo.

Una y otra vez Dios sigue invitando al pecador perdido a venir a él: “Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.” (Isaías 1: 18) “A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche.” (Isaías 1: 18)“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.” (Mateo 11: 28)

Y muchos continúan obstinadamente rechazándole: “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.” (Juan 1: 11) Mas toda la multitud dio voces a una, diciendo: ¡Fuera con éste, y suéltanos a Barrabás!” (Lucas 23: 18)

Dice el proverbio “No quisisteis oír”. El texto hebreo utiliza una forma intensa para transmitir la idea de un rechazo directo, un rechazo obstinado, un rechazo enfático. En el Antiguo Testamento se utiliza más frecuentemente cuando tiene que ver con desafiar a una autoridad establecida; es un rechazo deliberado y sistemático, como en el caso de faraón que rehusaba dejar libre a los hebreos.

La decisión más sabia que una persona pueda tomar es escuchar el llamado de Dios y creer en Jesucristo como su Señor y Salvador. Cristo vino y murió por los pecadores; creer o no creer ya no es una cuestión del intelecto, es una cuestión de la voluntad.

Cuando una mente oscurecida escoge seguir en las tinieblas, nadie sino el mismo individuo es culpable de haber tomado esa decisión.

 

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