“Ten misericordia de mí, oh Dios, ten misericordia de mí;

porque en ti ha confiado mi alma,

y en la sombra de tus alas me ampararé

hasta que pasen los quebrantos.”

(Salmo 57: 1)

Hay muchas maneras en que podemos reaccionar ante las adversidades, pero solo una nos permitirá experimentar la paz divina. Mientras David se escondía de Saúl, oro de esta manera:“Ten misericordia de mí, oh Dios, ten misericordia de mí; Porque en ti ha confiado mi alma, Y en la sombra de tus alas me ampararé hasta que pasen los quebrantos.” (Salmo 57: 1) Este es un hombre que en medio de su angustia tomó la decisión correcta al ir al Señor clamando por su misericordia. Cuando estamos en tiempos de profunda aflicción solo el refugiarnos en esa preciosa misericordia es lo único que nos mantendrá de pie, lo único que nos brindará el aliento y la paz que desesperadamente estamos necesitando. Por eso David pidió por ella y confió en el carácter de Dios que se la otorgaría, el quitó su mirada de las adversidades que le rodeaban y se refugió en la protección divina hasta que pasaran los quebrantos. No hay lugar más seguro que estar bajo la sombra de sus alas.

Ninguna otra escritora de himnos ha dado al pueblo cristiano tantas joyas de alabanzas, como Frances Jane Crosby. Fanny nació en la ciudad de Southeast, Putnam County, Nueva York, el 24 de marzo de 1820. Cuando tenía 6 semanas perdió la vista a causa de lo que pareció ser un error desafortunado del médico de la familia, en el tratamiento de un resfriado que había provocado una inflamación de los ojos. “Pero”, dice la escritora de himnos ciega, hablando de la calamidad años después, “ni por un momento, en más de 85 años, he sentido el más mínimo resentimiento contra Él; porque siempre he creído que el buen Señor, en su infinita misericordia, de esta manera me consagró para la obra que todavía me permite realizar. Cuando recuerdo cómo he sido bendecida, ¿cómo puedo replicar? Puede que la oscuridad arroje una sombra sobre mi visión externa, pero no hay ni una nube que puede detener la luz de la esperanza de un alma confiada.”  Cuanta fe y esperanza en este testimonio de alguien que como el David se refugió en Dios en medio de su adversidad.

Quizás mientras estás leyendo esto te sientes agobiado por las cargas, te parece que tus aflicciones te ahogan y que estás solo y abandonado. Presta atención: si el Señor Jesucristo es tu Salvador, tienes un compañero y un amigo invariable. Él nunca te deja. Dios siempre te está esperando para ser tu refugio y otorgarte su misericordia. ¿Cómo vas a reaccionar ante lo que te ocurre? ¿Te vas a dejar envenenar por la amargura y el resentimiento o vas por fe a refugiarte bajo el cuidado divino? Espero que tu decisión sea la segunda.

 

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