(Deuteronomio 6:10-15)

El que un pecado sea muy popular por las muchas personas que lo cometan o por cuantas veces se practique no cambia la realidad de que continúa ofendiendo a Dios. No debemos dejarnos atrapar por esa mentalidad del “todo el mundo lo hace”. No importa que la opinión pública al aceptar ciertas prácticas, estas queden aprobadas. Tampoco importa cuán “feliz” alguien se sienta con un pecado en particular, ni cuanto intente justificar su conducta, la verdad bíblica sobre lo que Dios piensa acerca de esa desobediencia permanecerá inmutable.

Esto no es nada nuevo. En Deuteronomio 6, los hebreos, el pueblo de Dios, estaban a punto de entrar en un vasto territorio nuevo, la Tierra Prometida, la tierra de Canaán. Esto implicaba numerosos peligros para ese pueblo monoteísta, protegido, amparado, que había caminado tras una nube de día y tras una columna de fuego durante la noche. En Canaán les aguardaba la idolatría, el humanismo y la más cruda carnalidad. Pronto estarían viviendo en esa cultura pagana donde la opinión pública estaría en conflicto con las enseñanzas recibidas de Moisés. ¿No te parece eso familiar?

Si eres honesto, tendrás que reconocer que los cristianos del siglo XXI también estamos enfrentándonos a esa misma batalla. De modo que Dios preparó a su pueblo con esta fuerte advertencia: “Cuando Jehová tu Dios te haya introducido en la tierra que juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob que te daría, en ciudades grandes y buenas que tú no edificaste, y casas llenas de todo bien, que tú no llenaste, y cisternas cavadas que tú no cavaste, viñas y olivares que no plantaste, y luego que comas y te sacies, cuídate de no olvidarte de Jehová, que te sacó de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. A Jehová tu Dios temerás, y a él solo servirás, y por su nombre jurarás. No andaréis en pos de dioses ajenos, de los dioses de los pueblos que están en vuestros contornos; porque el Dios celoso, Jehová tu Dios, en medio de ti está; para que no se inflame el furor de Jehová tu Dios contra ti, y te destruya de sobre la tierra” (Deuteronomio 6:10-15) No cabe duda de que Dios se oponía a que su pueblo fuera influido por los pueblos que lo rodeaban. ¡Qué apropiado leer esto hoy!

Y si no te es suficiente, ahora en el Nuevo Testamento el apóstol Pablo nos advierte: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento.” (Romanos 12: 2a) En otras palabras: “No permitan en ninguna manera que el mundo que los rodea los meta en su molde”

Recuerda que la opinión pública puede debilitar nuestro compromiso.

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