“Hermanos míos, tened por sumo gozo

cuando os halléis en diversas pruebas,

sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia.

Mas tenga la paciencia su obra completa,

para que seáis perfectos y cabales,

sin que os falte cosa alguna”

(Santiago 1:2-4).

 

A los cristianos no los aplastan las pruebas, sino que estas los fortalecen. Santiago inspirado por el Espíritu Santo, escribió en la epístola que lleva su nombre:

“Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna” (Santiago 1:2-4).

El apóstol Pedro también escribió:

“El Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca” (1 Pedro 5:10).

Cuando las pruebas y los sufrimientos vienen, revelan si la fe es verdadera o superficial. Las mismas pruebas que perfeccionan a los cristianos en la justicia endurecen a los incrédulos en su pecado.

Amado hermano, el sufrimiento que hoy puedas estar enfrentando no es una equivocación. Dios no lanza las pruebas a la vida de sus hijos para ver cual le da. Esa prueba está diseñada especialmente para ti y tiene el gran objetivo de empujarle hacia Dios y hacerle crecer. No lo olvides cuando afloren las lágrimas. 

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