Y los madianitas, los amalecitas y los hijos del oriente

estaban tendidos en el valle como langostas en multitud,

y sus camellos eran innumerables como la arena

que está a la ribera del mar en multitud”

(Jueces 7:12)

Un juez y líder militar llamado Gedeón, organizó un ejército de treinta y dos mil hombres para combatir a los madianitas y los amalecitas. Dios quiso darles un importante mensaje, la victoria no vendría de las fuerzas de ellos, sino de Él. Entonces Dios redujo su tropa a diez mil y luego a trescientos.  Estos últimos fueron elegidos por la forma cómo bebieron agua de una fuente. Sus enemigos eran “como langostas en multitud, y sus camellos eran innumerables como la arena que está a la ribera del mar en multitud” (Jueces 7:12).

Los trescientos hom­bres de Gedeón lo único que llevaban eran trompetas y cántaros con teas. Unos pocos, comparados con sus enemigos, y con muy poco esfuerzo enfrentan a todo un ejército pagano. Eran minoría, pero Dios estaba con ellos y eso marcó una gran diferencia. Los adversarios fueron derrotados por completo (Jueces 7:16- 22).

En ocasiones seremos minoría. Es más, a medida que nos acerquemos al fin, nuestros enemigos serán una gran mayoría intimidante, grosera y violenta. En este momento muchos cristianos alrededor del mundo sufren por discriminación de parte de quienes no toleran una fe conservadora cimentada solo en Cristo. ¡Nos esperan días mucho más difíciles! Incontables miles han sufrido persecución, cárceles; hasta la muerte por su fe en esta generación. El prejuicio y la discriminación contra los cristianos es rampante.

Cuando el peligro y la persecución se intensifican, cuando la brisa se convierte en fuerza huracanada y tu fe comienza a flaquear, no temas; no te descorazones, y no te des por vencido ni te rindas. Rehúsa huir cuando el temor te embosque. Reconoce la presencia de Dios contigo. Él es suficiente, no hay batalla que no pueda ganar, ni enemigo que no pueda vencer.

Te invito a que juntos echemos una mirada al pasado, allí veremos a nuestro Dios como peleó por nosotros y venció, el siempre gana. Así hará en nuestro presente. No importa que nuestros enemigos sean como langostas en multitud, o que estemos solos o que seamos tan solo unos pocos. Para el no será un problema darnos el triunfo. De hecho, El ya venció por nosotros.

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