“Algunos días después, viniendo Félix con Drusila su mujer, que era judía, llamó a Pablo, y le oyó acerca de la fe en Jesucristo. Pero al disertar Pablo acerca de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero, Félix se espantó, y dijo: Ahora vete; pero cuando tenga oportunidad te llamaré.”

(Hechos 24: 24- 25)

Es muy triste cuando una persona es confrontada con la verdad del evangelio y lo rechaza. Ha dejado pasar la gran oportunidad de su vida. De hecho, no hay garantía de que abran otras, puede ser que si pero no se puede asegurar.

Félix, el gobernador romano de Judea, tuvo el privilegio de escuchar el evangelio por el mismo apóstol Pablo y dejó escapar la preciosa oportunidad de creer: “Algunos días después, viniendo Félix con Drusila su mujer, que era judía, llamó a Pablo, y le oyó acerca de la fe en Jesucristo. Pero al disertar Pablo acerca de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero, Félix se espantó, y dijo: Ahora vete; pero cuando tenga oportunidad te llamaré.” (Hechos 24: 24- 25) Félix y Drusila su mujer judía, llaman a Pablo y le escuchan acerca de la fe en Jesucristo. Félix había separado a Drusila de su esposo, casándose con ella con apenas dieciséis años.

Pablo hace una fiel presentación del mensaje del evangelio, enfatizando la condición pecaminosa del hombre perdido. El apóstol les habla “acerca de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero”. La justicia es la norma absoluta exigida por el Dios Santo. El dominio propio es la respuesta requerida del hombre para conformarse a la ley de Dios. El juicio es el resultado inevitable para aquel que rechaza a Jesucristo. Y como Félix estaba viviendo con una mujer que no le pertenecía “se espantó”. Carecía de las dos primeras virtudes, como tal enfrentaría el juicio divino sino se arrepentía y creía en Jesucristo.El corrupto gobernador dejó pasar la maravillosa oportunidad: “Ahora vete; pero cuando tenga oportunidad te llamaré.” El hizo caso omiso a la verdad de que “ahora (es) el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación.” (2 Corintios 6: 2)

Muchos al igual que Félix, dejan pasar la oportunidad de creer, entienden el mensaje pero lo que escuchan no les conviene: “Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.”(Juan 3: 19) No es un problema intelectual, sino moral.

Todo aquel que desprecie la ocasión de creer posponiéndola haría bien en prestar atención a esta advertencia: “Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones.” (Hebreos 3: 7-8ª)

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