“Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida.”
(Juan 5: 21)
Solo Dios puede dar vida y cuando Jesús afirmó si igualdad con Dios, afirmó también su poder con el Padre para levantar muertos: “Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida.” (Juan 5: 21)  A fin de poder dar vida, la persona debe ser la fuente de la vida. Esto sería una afirmación absurda para cualquier ser simplemente humano. Los médicos pueden recetar medicinas o prescribir tratamiento a fin de retardar la muerte, pero no pueden dar vida a un cadáver.
Dios había utilizado a los profetas en el AT para levantar a muertos (1 R.17: 17- 24) (2 R 4: 32- 37), pero ninguno osó arrogarse el crédito. Solo Dios puede crear algo de la nada y luego llenarlo con vida: “Luego que el rey de Israel leyó las cartas, rasgó sus vestidos, y dijo: ¿Soy yo Dios, que mate y dé vida, para que éste envíe a mí a que sane un hombre de su lepra?”  (2 R. 5: 7).
Nunca nos sentimos más impotentes que cuando muere un ser querido. Si nuestro ser querido está enfermo, podemos llevarle remedios. Si nuestro ser querido está agotado, podemos ofrecerle descanso. Si nuestro ser querido está desalentado, podemos proveerle una voz de ánimo y consuelo. Si nuestro ser querido está en pobreza, podemos proveerle respaldo financiero. Pero… ¿qué tal si se muere? Todo lo que podemos hacer es lamentar nuestra pérdida. Solo Dios tiene el poder de restaurar la vida.
Jesucristo siendo Dios mismo “a los que quiere da vida”. En Cristo, no solo tenemos la esperanza de la resurrección, sino también podemos disfrutar de la vida abundante que vino a traernos, he aquí sus palabras: “yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.” (Juan 10: 10)
 

 

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