“Por Jehová son ordenados los pasos del hombre, y él aprueba su camino. Cuando el hombre cayere, no quedará postrado, porque Jehová sostiene su mano.”

(Salmo 37: 23-24)

¿Ha fracasado o cometido un error alguna vez?  El fracasado habla de nuestra condición humana, todos los hombres fracasamos y eso nos recuerda que no somos un producto terminado. Dios aun trabaja en nuestra vida y lo continuará haciendo a lo largo de toda nuestra existencia terrenal.

En el libro de los salmos leemos: “Por Jehová son ordenados los pasos del hombre, y él aprueba su camino. Cuando el hombre cayere, no quedará postrado, porque Jehová sostiene su mano.” (Salmo 37: 23-24) Dios planea y ordena las sendas de sus hijos que viven en comunión con El. El sostiene al hombre cuyos caminos le agradan. Aunque esa persona caiga en pruebas y tentaciones, nunca será envuelto y vencido por ellas, porque el Señor le tiene seguramente asido de la mano. Sería maravilloso no caer nunca, pero una vez que ha sucedido la cuestión es dejar que el poder de Dios le levante.

No estoy defendiendo un estilo de vida que se goza en el pecado, tampoco estoy dando motivos para justificar nuestros fracasos, mi reflexión es sobre la necesidad de mirar arriba cuando nos encontramos tumbados en el suelo. El autor Edwin Louis Cole dijo: “Usted no se ahoga por caerse en el agua, se ahoga por quedarse en el agua”   Leemos en Proverbios: “El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.”  (Proverbios 28: 13) Una confesión a Dios totalmente honesta de nuestro pecado y una disposición genuina de apartarnos de él, es la manera para alcanzar la misericordia divina.

Cuando hacemos esto Dios transforma nuestro fracaso en victoria, solo El es capaz de hacerlo.

 

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