“¿Hasta cuándo, oh Jehová, clamaré, y no oirás; y daré voces a ti a causa de la violencia, y no salvarás? ¿Por qué me haces ver iniquidad, y haces que vea molestia?” (Habacuc 1: 2-3ª)

En ocasiones nos llenamos de preguntas a Dios, que como expresión de nuestra mente limitada nos impide comprender el porqué del proceder divino en ciertos momentos y en consecuencia nos llenamos de temores. El profeta Habacuc sintió lo mismo:

“¿Hasta cuándo, oh Jehová, clamaré, y no oirás; y daré voces a ti a causa de la violencia, y no salvarás? ¿Por qué me haces ver iniquidad, y haces que vea molestia?” (Habacuc 1: 2-3ª)

Me identifico con el profeta. Siento cada palabra que expresa, como una representación de mis propias experiencias. En momentos de mi vida yo también he tenido las mismas preguntas. Es probable que a ti te esté pasando lo mismo. Él estaba intentando entender lo que percibía como una actitud indiferente de parte de Dios al pecado de Judá. Como era celoso de la justicia de Dios y sabía que una violación del pacto requería juicio (Deuteronomio 28), el profeta expresa su asombro ante la aparente inactividad divina por las violaciones evidentes contra su ley. Y Habacuc manifiesta su impaciencia e incomprensión yendo a Dios con sus preguntas.

Dios nos hizo, Él nos conoce mejor de lo que nosotros nos conocemos a nosotros mismos. Y es paciente con nosotros, como lo fue con el profeta Habacuc. Nuestros temores no lo amenazan ni lo ofenden y nuestras preguntas tampoco lo irritan. Debido a que Dios es infinito y nosotros somos finitos o limitados, siempre tendremos preguntas. Él lo sabe:

“Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.” (Isaías 55: 8-9) 

Cuando Dios te parezca indiferente e inactivo desde tu limitada perspectiva humana, no tengas miedo de ir a Él con esas preguntas que te inquietan. Es su derecho contestarlas o no, Él no está obligado a hacerlo.

Dios rompió su silencio y contestó las preguntas del profeta: (Habacuc 1: 5- 11) Pero no siempre decide responder a nuestras preguntas. Si vas Dios en oración con tus interrogantes, tu fe se fortalecerá para aceptar la respuesta divina sea cual sea.

Ten presente: Él es el Soberano Dios y nosotros sus siervos.

 

 

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