(Lucas 7: 12-15)

La Biblia nos relata en uno de sus evangelios: “Cuando llegó cerca de la puerta de la ciudad, he aquí que llevaban a enterrar a un difunto, hijo único de su madre, la cual era viuda; y había con ella mucha gente de la ciudad. Y cuando el Señor la vio, se compadeció de ella, y le dijo: No llores.” (Lucas 7: 12-13)

Jesús se encuentra con un funeral en que el muerto era el “hijo único de su madre” El corazón de esta madre estaba destrozado por la muerte de su único hijo y su trágica pérdida agravaba debido a su condición de viuda. Sin marido y ahora sin su único hijo, había perdido sus últimos medios de sobrevivencia. Una situación desesperada sin lugar a duda.

Pero su tragedia humana no pasó desapercibida para Jesús que la vio y se compadeció de ella. Y fiel a su naturaleza compasiva, su misericordia le motiva a consolar a esta devastada mujer, y a decirle tranquilamente: “No llores”. Y esa compasión no se quedó solo en palabras: “Y acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron. Y dijo: Joven, a ti te digo, levántate.  Entonces se incorporó el que había muerto, y comenzó a hablar. Y lo dio a su madre.” (Lucas 7: 14-15)

Madre que lees esto, no importa la magnitud de tu dolor, Dios no lo ignora. El no solo es testigo de tu sufrimiento, también te ha dejado en su Palabra una fuente inagotable de consuelo. Aún más, Él tiene todo el poder para dar vida donde antes solo había muerte.

Sé que estarías dispuesta sin pensarlo dos veces a dar tu vida por tu hijo, no obstante hay algo que no puedes hacer. No puedes vivir por tu hijo. Él tiene que vivir su propia vida, aunque lo haga de manera equivocada. Pero si puedes ir al Señor con tu preocupación por el. Dios puede hacer lo que tú no puedes.

Recuerda esta historia, Dios conoce tus lágrimas y quiere enjugarlas.

FELIZ DIA A TODAS ESAS GRANDES HEROINAS LLAMADAS MADRES.

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