“Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno.”
(1 Juan 5: 19)
“Si te gusta hazlo” este es el consejo que constantemente escuchamos de una sociedad que ha pervertido los valores divinos para seguir sus propios deseos pecaminosos. Al pecador perdido solo le preocupa estar satisfecho sensualmente sin importar el costo. “Quiero lo que quiero cuando lo quiero y como lo quiero” se dice así mismo, para él su prioridad es “ser feliz y sentirse realizado” cueste lo que cueste.
La Biblia es clara al advertirnos por medio del apóstol Juan con palabras fuertes: “Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno.” (1 Juan 5: 19) Juan no diluye las frases. El ve solo dos esferas: con Dios, o bajo el poder del maligno. O una persona esta salva o está perdida. No hay un punto medio.
Y el estar bajo el poder del maligno incluye vivir bajo la influencia de su sistema de pensamiento; esa era nuestra condición antes de conocer a Cristo: “en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia” (Efesios 2: 2)
Nosotros como cristianos necesitamos estar alertas ante esos patrones de pensamientos porque ellos también pueden alcanzarnos. Satanás nos tiene como blancos sobre los cuales lanza sus letales dardos. La batalla es real y ya se está librando. El Enemigo no tiene planes de rendirse. Es nuestra responsabilidad estar preparados: “Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.” (Efesios 6: 16) Nuestra protección es nuestra fe, esa fe autentica en Cristo que se apropia de la salvación y persevera. La fe cristiana es poderosa y efectiva porque el objeto de esa fe es Jesucristo. Esa fe nos protege porque Aquel en quien está puesta nos protege. Nuestra victoria es su victoria.
¡Que nuestra mente sea gobernada por las verdades divinas y no por las mentiras del Diablo!