“¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol?”
(Eclesiastés 1: 3)

La vida parece tener sustancia; sin embargo, cuando se vive separada de Dios es algo que promete y no cumple. Alguien dijo que la vida ofrece la esperanza de que se trata de un sueño luminoso y cálido, pero en el momento que vamos por ella, caemos en una fría y oscura pesadilla.

En pocas palabras, vivir sin Dios no tiene sentido, ni ofrece satisfacción perdurable. Quizás reflexionando en esto el predicador se motivó a realizar esta buena pregunta: “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol?” (Eclesiastés 1: 3)

La palabra “provecho” viene de un término hebreo que significa: “lo que queda una vez completada la transacción” Es decir, cuando terminas tu horario de trabajo y te dispones a regresar a tu casa; cuando sabes que solo te quedan pocas horas de vida y acabas de despedirte de las personas que amas; o cuando te alejas con el corazón destrozado de la tumba de un ser querido que acaban de sepultar; si no está Dios contigo no te queda nada, el resultado es cero. Hiciste de tu trabajo una adicción y del afán tu compañero permanente para que al final ambos te abandonen dejándote solo. Eso no es vida, es una existencia miserable con un final trágico.

Solo con Dios se puede vivir una vida plena y satisfecha: “Porque sacia al alma menesterosa, y llena de bien al alma hambrienta.” (Salmo 107: 9) Jesús dijo: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.” (Juan 10: 10)

Por favor, tómate unos minutos para considerar que estás haciendo con tu vida, aun estas a tiempo para hacer lo correcto, busca a Dios creyendo en Jesús. Y si eres un cristiano que ha perdido el rumbo, este sería un buen momento para que ores pidiéndole perdón a Dios.

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