“Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio.”
(Hebreos 9: 27)

Todos tenemos que morir, no es posible escapar a la cita con la muerte. Y después de la muerte viene el juicio, este un designio divino: “Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio.” (Hebreos 9: 27) El juicio de Dios exige que el hombre mismo o un sustituto paguen por ellos y el hombre jamás podrá expiar por sus pecados.

Jesús vino y murió una vez, como todos los hombres. Pero el, a diferencia del resto, nunca enfrentará un juicio. El tomó nuestros pecados, nuestro juicio, sobre El. El juicio fue por nuestros pecados, no por los suyos porque no tenía ninguno: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.”(2 Corintios 5: 21) Dios trato a su Hijo como un pecador.

Cuando creemos en el Señor Jesucristo, nos apropiamos por la fe de su muerte por nosotros. Estamos creyendo que el ocupó nuestro lugar en la cruz y pago el precio de nuestra redención.

Si no tienes al Señor Jesucristo en tu vida, tus pasos están marcados por la incertidumbre. Continúas perdido y sin esperanza. En consecuencia, no conoces la paz genuina. Es la paz divina la que nos permite en las noches, cuando las luces se apagan, hundir tranquilamente nuestra cabeza en la almohada. Si vives de espaldas a Dios, ignorando el sacrificio de Cristo por ti, los pensamientos sobre su destino final te inquietarán. Pocos pensamientos son más aterradores que no saber dónde estarás cuando mueras. Si mueres sin Cristo, estarás enfrentando un juicio espantoso (Hebreos 9:27). Y eso puede suceder en cualquier momento.

Para tener paz interior, necesitas saber con toda seguridad a dónde irás. Con esto en mente, asegúrate de que estás creyendo lo correcto mientras estás vivo, y así tendrás asegurado tu destino eterno. Es espantoso no saber a dónde se está dirigiendo uno.

¿Sabes realmente a dónde iras cuando mueras? ¿Está garantizado tu destino eterno? Recuerda, después de la muerte el juicio. Solo Cristo puede hacer la gran diferencia.

Comparta!