“Simón Pedro les dijo: Voy a pescar. Ellos le dijeron: Vamos nosotros también contigo. Fueron, y entraron en una barca; y aquella noche no pescaron nada.” “El les dijo: Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis. Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces.” (Juan 21: 3, 6)

El triunfo no es ajeno al fracaso. La persona que triunfa no es aquella nunca fracasa, sino la que sigue delante a pesar de su fracaso.

Después de su vergonzosa caída en el patio durante los juicios de Jesús, cuando negó al Señor cobardemente, Pedro ya no tenía tan alto concepto de sí mismo. Probablemente se dijo muchas veces a si mismo palabras como estas: “Estoy terminado, todo acabó para mí”. Y lleno de culpa, sin ver futuro para sí mismo en el servicio de Cristo, volvió a su pasado para experimentar un nuevo fracaso: “Simón Pedro les dijo: Voy a pescar. Ellos le dijeron: Vamos nosotros también contigo. Fueron, y entraron en una barca; y aquella noche no pescaron nada.” (Juan 21: 3).

El Señor no dejó a Pedro en su derrota, hasta allí fue en su busca. Separados de Jesús estamos destinados al descalabro, mientras que con el todo es diferente: “El les dijo: Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis. Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces.” (Juan 21: 6)

Fue el Señor quien aquí marcó la diferencia. Esta fue una lección especialmente para Pedro, de la cual nosotros también podemos aprender. Nuestros fracasos, son solo pruebas temporales que nos preparan para gloriosos triunfos.

¿Ha fracasado? El fracaso es algo que nos ocurre, no algo que somos. Tú no eres un fracaso, sino alguien que fracasó y a todos nos ha pasado y nos seguirá pasando. No te dejes vencer, Dios no ha terminado con tu vida, recuerda a Pedro. Si eres un hijo de Dios, Jesús ha prometido estar contigo siempre. Eso hace una gran diferencia ¡Levántate y sigue adelante!

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