“El cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas” (Filipenses 3:21). “Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron” (Apocalipsis 21:4).
Deja de mirar atrás, tampoco te pierdas en tu abrumador presente. Mira adelante, lo mejor está en esa dirección.
La tristeza, el sufrimiento y el pecado que caracterizan esta vida actual acabarán para siempre. Un día recibiremos un cuerpo glorificado, perfecto en todo, cuando Dios “transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas” (Filipenses 3:21).
Amaremos perfectamente a Dios y nos ama¬remos unos a otros, y seremos capaces de adorar a Dios en santa perfección. Tendremos conocimiento perfecto: “Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido” (1 Corintios 13:12).
Estaremos perfectamente motivados a realizar un servicio perfecto en obediencia perfecta. Ya nunca más estaremos agotados, aburridos, desanimados o desilusionados, sino que experimentaremos para siempre un gozo que no terminará, sin daño por ninguna tristeza o pena, porque “enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron” (Apocalipsis 21:4).
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