“Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno. Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.”
(Mateo 5:28- 30)
Quizás algunos no dan importancia en dar una mirada a una imagen indecente, pero recuerde que se fijará a su mente como una sanguijuela drenando su salud espiritual. Cuando menos lo espere Satanás se encargará de desenterrar de su mente ese viejo cadáver al que usted consideraba bien sepultado ¿Y cómo lo hará? A través de un estímulo externo despertando en un usted pensamientos pecaminosos.
Es mucho lo que está en juego, he aquí la importancia de tener mucho cuidado con lo que vemos. Es oportuno recordar las palabras de nuestro Señor cuando dijo: “Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno. Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno. (Mateo 5:28- 30)
Esta hipérbole grafica que emplea el Señor nos ilustra la seriedad de mirar lo que no debemos y dejar que los miembros de nuestro cuerpo se vuelvan instrumentos de pecado.
Por tanto, la mejor alternativa es la cirugía espiritual. Ya sea que eso signifique quitar el cable de la televisión, quedarnos sin internet en la computadora o el teléfono, cortar una relación dañina, todas estas acciones deben ser radicales. De otra manera, no escaparemos.
Hagamos de las palabras de David, un lema para recordar diariamente: “No pondré delante de mis ojos cosa injusta” (Salmo 101: 3)

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