“Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia…” (Mateo 6: 33ª).
“Buscad a Jehová y su poder; buscar siempre su rostro” (Salmo 105: 4)

Es incoherente que a pesar de que la gente cada día aumenta la velocidad en que viven, dicen tener menos tiempo. Hundiéndose así, más y más en un terrible pantano de depresiones, ansiedades y todo tipo de preocupaciones. Los cristianos debemos marcar una diferencia, necesitamos andar a otro ritmo, disminuir la velocidad, administrar el tiempo que se nos concede de tal manera que podamos cultivar una relación con Dios.

El Señor Jesús nos llama a buscarle a Él en primer lugar: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia…” (Mateo 6: 33ª). También en uno de los salmos, podemos leer estas palabras: “Buscad a Jehová y su poder; buscar siempre su rostro” (Salmo 105: 4) Esto no es opcional, es obligatorio si anhelamos genuinamente crecer. No hay otra manera de aumentar la intensidad de la luz con la que debemos brillar en este mundo.

Cada amanecer, al levantamos para enfrentar el día, debemos buscar al Señor en oración y a través de su Palabra. Solo así, nuestra fe es fortalecida y dejamos de mirar las cosas terrenales y nos enfocamos en las celestiales, tal como Pablo le escribió a los colosenses digamos al Señor: “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.” (Colosenses 3: 1-2)

Tenemos que salirnos de esa loca carrera de alta velocidad y buscar a Dios. Este será el inicio de una vida más profunda en la que serán menos las preocupaciones. No porque los problemas desaparezcan. Si no porque simplemente uno decide involucrarse menos con las cosas de este mundo y más en las cosas de arriba. Esto fortalece nuestra fe y la hace más contagiosa para aquellos que nos ven vivir.

En otras palabras, el cultivar una relación íntima con Dios colocándole como nuestra primera prioridad, nos esclarece la visión espiritual para observar el carácter divino, robusteciendo nuestra fe.

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