“Cuando Jehová tu Dios te haya introducido en la tierra que juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob que te daría, en ciudades grandes y buenas que tú no edificaste, y casas llenas de todo bien, que tú no llenaste, y cisternas cavadas que tú no cavaste, viñas y olivares que no plantaste, y luego que comas y te sacies, cuídate de no olvidarte de Jehová, que te sacó de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.”
(Deuteronomio 6: 10- 12)
Es importante honrar a Dios cuando lleguen los agradables momentos de prosperidad y abundancia, reconociendo que nos vino de su mano por su gracia. Sin embargo, también lo honramos cuando le permitimos que él sea Señor aun en la holgura. Eso es admitir que llegamos a las alturas del éxito por El y que para mantenernos allí, El debe ser quien gobierne.
Recordemos esta solemne advertencia: “Cuando Jehová tu Dios te haya introducido en la tierra que juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob que te daría, en ciudades grandes y buenas que tú no edificaste, y casas llenas de todo bien, que tú no llenaste, y cisternas cavadas que tú no cavaste, viñas y olivares que no plantaste, y luego que comas y te sacies, cuídate de no olvidarte de Jehová, que te sacó de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.” (Deuteronomio 6: 10- 12) Esta amonestación tan antigua sigue siendo hoy necesaria para nosotros. Gran necedad es olvidarse de Dios en los tiempos de bonanza.
¿Llegaste?, no te dejes marear por las alturas, mantente caminando con Dios, El es Señor en los tiempos malos y también en los buenos.

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