“¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.”
(1 Corintios 6:9- 11)
Escribió Charles R. Swindoll: “Dios es el que construye trofeos de la pila de desechos, el que saca arcilla de debajo del puente, el que hace limpios instrumentos de belleza de los sucios fracasos de antaño”.
Consideremos un ejemplo bíblico: “¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.” (1 Corintios 6:9- 11) Dios en su inmensa gracia busca al pecador sin importar lo profundo del pantano en que se esté hundiendo. El busca a pecadores en situaciones desesperadas, les ilumina para entender su pérdida condición y vengan a Él en arrepentimiento y fe. El les levanta del fango, los lava, santifica y justifica en el nombre de su Hijo Jesucristo.
¡Qué gracia, que maravillosa gracia! En el pasado, a través de ella nuestro Dios nos alcanzó con una salvación que no merecíamos. Y por esa misma maravillosa gracia en el presente, podemos mantenernos en una relación con El.
Mientras más lo pienso siempre llego al mismo punto: No hay otra forma en que criaturas pecadoras podamos tener comunión con un Dios Santo.

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