“Con mi voz clamaré a Jehová; con mi voz pediré a Jehová misericordia. Delante de él expondré mi queja; delante de él manifestaré mi angustia.”
(Salmo 142: 1- 2)
La oración es la puerta que nos conduce de la oscuridad de la depresión a la luz de la paz divina.
Cuando las adversidades que nos rodean intentan ganar toda nuestra atención drenando nuestras energías, recordemos que siempre hay una salida, siempre hay camino, ir a Dios con absoluta confianza.
Esta fue la gran decisión de David desde el interior de la oscura cueva en que se encontraba: “Con mi voz clamaré a Jehová; con mi voz pediré a Jehová misericordia. Delante de él expondré mi queja; delante de él manifestaré mi angustia.” (Salmo 142: 1- 2) Puedo entender a David, se de lo que escribe, me he sentido igual y aunque en ocasiones he tanteado en las tinieblas de la depresión intentado encontrar la puerta de salida, entonces me percato que ha estado en el mismo lugar, he sido yo quien en medio de mis pruebas lo he olvidado.
Para ti que lees esto, déjame regalarle estas palabras muy personales: Dios sabe cómo te sientes en este preciso momento y desea escucharte, ve a Él y derrama tu alma ante su presencia, no te guardes nada. Cuéntale como la situación que estás viviendo te aflige, pídele de manera específica lo que necesitas ahora. No dudes, confía y espera en su misericordia. Algo puedo asegurarte, en cuanto termines tu oración, serás una persona diferente.

Comparta!