Y Noemí dijo a sus dos nueras: Andad, volveos cada una a la casa de su madre; Jehová haga con vosotras misericordia…”
(Rut 1: 8)
La misericordia es la compasión activa de Dios que Él muestra al desdichado. Cuando estamos en tiempos de profunda aflicción y Dios muestra su compasión trayéndonos paz estamos experimentando su misericordia.
Dios, nuestro compasivo y bondadoso Padre celestial, es el autor de esa preciosa paz que sobrepasa todo entendimiento (Filipenses 4: 7).
El libro de Rut nos ilustra muy bien esto. La historia de Rut comienza, en realidad, con la historia de Elimelec y Noemí y de sus tres hijos. Casi inmediatamente leemos que el esposo de Noemí muere, aparentemente a una edad relativamente joven, y ella se queda sola con la responsabilidad de criar a sus dos hijos. Cuando estos son adultos, ambos se casan con mujeres moabitas, Orfa y Rut. Unos diez años más tarde, ambos hijos de Noemí mueren, y de repente la familia consiste de tres viudas: de una suegra llamada Noemí y de dos nueras, Rut y Orfa, que lamentan las muertes de sus seres queridos.
Intentemos imaginar lo que significó esta trágica experiencia. Noemí está tratando de recuperarse de la pérdida de su marido, y ahora tiene que enfrentar la pérdida de sus dos hijos. Por su parte, las nueras han perdido a sus esposos. Muchas muertes en una sola familia, quienes se ven envueltos inesperadamente en situaciones como estas llegan a la desesperación, solo Dios puede brindarles consuelo.
Las personas necesitan de la misericordia divina cuando el dolor provocado por semejantes tragedias les golpea con tanta fuerza. Noemí lo sabía, ella misma necesitaba esa preciosa misericordia para continuar con su vida y lo mismo deseó para sus nueras: “Y Noemí dijo a sus dos nueras: Andad, volveos cada una a la casa de su madre; Jehová haga con vosotras misericordia…”(Rut 1: 8a) Ella les estaba diciendo algo como esto: «Que el Señor les dé misericordia en su tristeza. Que el Señor las ayude cuando el dolor sea tan grande que no sepan a dónde ir.»
Esa misma misericordia la necesitamos nosotros cuando nos visite la aflicción. Y cuando esto suceda, recuerde que Dios la tiene disponible en abundancia para todos aquellos que en medio de desesperación claman a Él con un corazón humilde.

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