“El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.”
(Juan 10: 10)
Los cristianos disfrutamos de una especial relación con Dios. Somos sus hijos, nos salvó, nos adoptó y ahora somos miembros de su maravillosa familia. En consecuencia, hoy podemos disfrutar de vida espiritual y abundante, aquí y ahora, como también vida terna con El en la casa del Padre.
Jesús presentó este marcado contraste a sus seguidores: “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.” (Juan 10: 10) Satanás envía falsos pastores y ladrones que como él (Juan 8: 44), solo vienen para “hurtar y matar y destruir” a las ovejas, Jesús vino “para que tenga vida” espiritual y eterna: “Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida.” (Juan 5: 21)
Esta vida también tiene implicaciones presentes, es “en abundancia”. Muchos interpretan esta expresión como abundancia material, montones de dinero y posesiones, un trabajo prestigioso, la casa más linda de la ciudad, y el coche más elegante en la entrada. Sin embargo, Jesús no estaba ofreciendo a sus seguidores riqueza material, su enseñanza estaba muy por encima de eso. La abundancia que Jesús promete aquí no tiene su enfoque en dinero en efectivo, posesiones, o comodidades. La abundancia que Jesús promete es abundancia espiritual que trasciende las circunstancias como ingresos, salud, condiciones de vida, o incluso la muerte.
Es cierto también que Dios ha prometido satisfacer nuestras necesidades y en ocasiones nos da una abundancia material más allá de lo que esperábamos, pero siempre tengamos presente que lo hace con un sabio propósito: “Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra” (2 Corintios 9: 8)
La vida en abundancia es vida que nunca termina y comenzamos a disfrutar la aquí y ahora. Incluye paz, propósito, destino, propósito para vivir, el gozo de enfrentar cualquier adversidad —incluyendo la tumba— sin temor, y la capacidad de soportar la adversidad con confianza segura.
Disfrutemos de esta vida abundante.

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