“Los labios mentirosos son abominación a Jehová; pero los que hacen verdad son su contentamiento.”
(Proverbios 12: 22)
Dios detesta la mentira y se contenta con la verdad, nos dice proverbios: “Los labios mentirosos son abominación a Jehová; pero los que hacen verdad son su contentamiento.” (Proverbios 12: 22) La mentira suele tomar diferentes formas. Tenemos las medias verdades y las exageraciones. No se puede tratar de “estirar” la verdad sin que esta pierda su forma. Cuando estira la verdad, como si fuera una banda elástica, siempre vuelve con fuerza en contra suya:
“El testigo falso no quedará sin castigo, y el que habla mentiras no escapará.” (Proverbios 19: 5)  Las consecuencias de la  mentira siempre nos alcanzarán. Seamos cuidadosos en nuestros relatos sin enfatizar demasiado los detalles que nos son favorables, ni minimizando aquellos no nos sean ventajosos.
La adulación es también una forma de mentira, su práctica se nutre de la falta de sinceridad, intentando seducir o cambiar la percepción de alguien para ganancia personal.
Las promesas falsas, los compromisos vacíos o contratos con malas intenciones son otros de los distintos rostros de la mentira.
La verdad siempre es el mejor camino. Siempre diga la verdad y nunca tendrá que acordarse de lo que dijo. Aunque la honestidad tal vez no sea popular, siempre es lo mejor. La verdad siempre será verdad aunque nadie crea en ella.
Ya que Dios es verdad, la mentira es la mayor antítesis de su naturaleza. El engaño es el arma principal de Satanás, el enemigo de Dios y la humanidad. Por ende, mentir es imitar al diablo.
Imitemos a Dios desechando la mentira: “No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno.” (Colosenses 3: 9- 10)

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