“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.”
(Efesios 2: 8-9)
Nada se asemeja a la maravilla de las buenas nuevas de que Dios entregó a su Hijo para morir en lugar de indignos pecadores a fin de que pudieran reconciliarse con El través de Cristo. Y esto se pone mejor aún, esta salvación es totalmente por la gracia de Dios aparte de cualquier justicia propia, esto hace que esta buena noticia sea aún más admirable. Tal como lo explicara el apóstol Pablo: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.” (Efesios 2: 8-9)
Juan Crisóstomo, el predicador del siglo IV, comparó esa extraordinaria realidad a un sueño que era tan asombroso que parecía demasiado bueno para ser real. Así lo explicó:
“Cuando reciben un gran bien, la gente se pregunta si no se trata de un sueño, como si no lo creyeran; así también con relación a los dones de Dios. ¿Qué es entonces lo que parece tan increíble? Que quienes eran enemigos y pecadores, justificados ni por la ley ni por la obras, puedan inmediatamente por medio de la fe avanzar a un favor superior… Y que una persona que había malgastado toda su vida anterior en acciones vanas y malvadas pueda después ser salva solo por la fe.”
Esta es la majestuosa naturaleza del glorioso evangelio. Individuos que no lo merecían en absoluto son elevados a una posición del más alto privilegio, pero no por medio de sus méritos propios (Efesios 2: 4-7). A esclavos del pecado, Dios los rescata del reino de las tinieblas y los transfiere “al reino de su amado Hijo” (Colosenses 1: 13) Y los convierte en ciudadanos del cielo (Filipenses 3: 20), herederos de la vida eterna (Tito 3: 7), e hijos adoptados y amados de Dios mismo (Romanos 8: 14- 17)
Como un magnifico sueño… ¿te parece demasiado bueno como para ser verdad? Sin embargo es absolutamente real, es el gran mensaje que Dios tiene para cada pecador, es la buena noticia de lo que Dios ha hecho por salvar a los perdidos. Es el gran asalto de la esperanza divina al castillo de la desesperación humana. Dios tomó la iniciativa de salvarnos, todo surgió de Él y se trata de lo que Él ha hecho solo por gracia.
Puede parecer un sueño, pero no lo es, es la gran realidad de la salvación divina.