“Después de haberles azotado mucho, los echaron en la cárcel, mandando al carcelero que los guardase con seguridad. El cual, recibido este mandato, los metió en el calabozo de más adentro, y les aseguró los pies en el cepo. Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos
los oían.” (Hechos 16: 23- 25)
¿Qué viene a tu mente cuando piensas en Dios? Según pienses de Dios así vivirás. Cuando las cosas se ponen feas, solo te mantendrá en pie el concepto que tengas de Dios.
La Biblia nos cuenta de dos hombres que no basaron su teología en sus circunstancias: “Después de haberles azotado mucho, los echaron en la cárcel, mandando al carcelero que los guardase con seguridad. El cual, recibido este mandato, los metió en el calabozo de más adentro, y les aseguró los pies en el cepo. Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían.” (Hechos 16: 23- 25) Pablo y Silas evaluaron su escenario a la luz de lo que conocían y creían acerca de Dios.
Consideremos que estos hombres no eran criminales, eran dos siervos de Dios que estaban predicando el evangelio y como consecuencia son considerablemente azotados y lanzados a la cárcel como unos vulgares delincuentes. Suficiente para que germine la amargura en cualquier corazón, pero no en estos dos valerosos misioneros, más bien escogieron una actitud de fe: “Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios” ¿Cómo pudieron? Enfocándose en el carácter de Dios y no en sus adversas circunstancias.
No importa lo que nos ocurra, siempre podemos elegir como responder. Siempre podemos escoger enfocarnos en nuestro soberanos Dios, el único que es capaz de producir buenos resultados a partir malas situaciones: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.” (Romanos 8: 28).
Solo Dios puede transformar las adversidades en victorias. Pablo y Silas que fueron falsamente acusados, salvajemente golpeados, e injustamente encarcelados, se convirtieron en testigos del milagro de Dios al transformar las adversas circunstancias en victoria espiritual. Toda una familia alcanza la salvación por la fidelidad de estos hombres que no se dejaron mover de su fe en el Dios Grande y Poderoso.
El Dios es de ellos es también el nuestro y podemos hacer lo mismo en medio de los entornos adversos.