“Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?”
(Salmo 27: 1)
Una cosa es saber de Dios y otra muy diferente es conocerle de manera personal. David lo conocía de manera íntima:”Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?” (Salmo 27: 1) Para David, el Señor era su amigo y ayudador personal. Para él no era una deidad lejana, imprecisa, oculta en los cielos. David veía a Dios como un compañero fiel, por eso pudo decir: “¿De quién temeré? ¿De quién me he de atemorizar?”. Con Dios no había nada ni nadie que le causara temor.
¿Puedes tu decir lo mismo? Lo único que te mantendrá de pie con firmeza y valor ante aquello que invada tu vida para producirte temor, será la misma seguridad que David tuvo en Dios.
Mira cada acontecimiento amenazador como una oportunidad para desarrollar tu fe, en vez de huir.
Si conoces a Dios de manera personal, no estás solo, nunca lo estarás. El es consistentemente fiel, cuando creas que no lo necesitas, el está; cuando desesperadamente lo busques, el está. El siempre está. Cuando las piernas te comiencen a temblar, recuerda el gran ejemplo de David.