¿Te asaltan las preocupaciones? ¿Llegan a dominar tu vida? ¿Consumen tu tiempo? ¿Te roban el sueño? Si tus respuestas a estas preguntas son afirmativas, presta mucha atención a estas palabras: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.”(Filipenses 4: 6-7)

He aquí un consejo divino: No te preocupes, ora. Entrega cada una de tus preocupaciones a Dios y luego déjasela a Él. Dios quiere que confiemos en El, porque a medida que nuestra fe crece, la preocupación se reduce. George Mueller dijo: “El comienzo de la ansiedad es el fin de la fe, y el principio de la fe verdadera es el fin de la ansiedad” Considera seriamente esto. La preocupación trae agitación, la fe trae paz. La preocupación te aleja de Dios. La fe te acerca a Él.

Confía en Dios, en su carácter, en lo que él ha dicho (recuerda sus extraordinarias promesas); esta es la idea que se nos revela en la gran promesa que nos dejó el profeta Isaías cuando le dijo a Dios: Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.” (Isaías 26: 3)

Necesitamos entrenarnos mentalmente para enfocarnos no en aquello que provoca nuestras ansiedades, sino en las maravillosas promesas que Dios nos ha dado.

Necesitamos un esfuerzo intencional, sé que no es fácil, Dios también lo sabe por eso es que este versículo nos dice “cuyo pensamiento en ti persevera” Es necesario perseverar.

No te dejes enredar por las preocupaciones, concéntrate en las promesas de Dios.

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