Los EUA se convirtieron en el primer estado moderno que estableciera un designio oficial de tolerancia religiosa, que se formalizó en la primera enmienda de la constitución: “El Congreso no hará ley alguna con respecto a la adopción de una religión o la prohibición del libre ejercicio de dicha actividad, o coartar la libertad de expresión o de impresión, o el derecho del pueblo de reunirse pacíficamente y de solici­tar al gobierno reparación de agravios”. Esto re­sume la tolerancia en su máxima expresión en lo que respecta a la legislación política y religiosa. Esta legislación permite que las personas que están en desacuerdo puedan vivir en una armonía razonable los unos con los otros.

No obstante la palabra tolerancia hoy ha sido tergiversada y se ha convertido en objeto de todo tipo de manipulaciones. Ahora significa que no solo debemos vivir pací­ficamente con aquellas personas que tienen creencias opuestas a las nuestras sino que también debemos aceptar que esas creen­cias sean tan verdaderas como las nuestras. A la luz de esto alguien definió la tolerancia como la virtud de las personas sin carácter. En esto han convertido la tolerancia.

Y es interesante que  aquellos que se llenan la boca para hablar de tolerancia no están dispuestos a manifestar esa misma tolerancia a quienes son lo suficientemente valientes para declarar que solo la fe en Cristo es la fe verdadera y que todas las demás religiones son falsas.

Y si se sigue aplicando esa interpretación torcida de la tolerancia, entonces hay que decir que la Biblia es un libro lleno de intolerancia, porque su mensaje no contiene ambigüedades, sino que exige una confianza absoluta. La Biblia es muy clara que hay solo un Dios, una sola revelación autorizada escrita, y un solo camino de salvación.

Y si se continúa con esa redefinición de tolerancia se tendría que decir que Jesús ha sido la persona más intolerante que ha existido jamás. El dijo con total claridad: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” (Juan 14: 6) Leamos bien sus palabras, ellas son excluyentes, no hay otras opciones aparte de Jesús mismo.

¿Y qué podrían decir entonces del apóstol Pedro que repitió esta verdad? “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.”(Hechos 4: 12)

La verdadera tolerancia no excusa jamás el pecado, pero protege al culpable del maltrato. Un cristiano tolerante no acepta un falso evangelio, pero tampoco se busca un arma letal para quitar la vida al que propaga ese mensaje. Un cristiano tolerante proclamará y obedecerá su fe bíblica sin importar las consecuencias y no aceptará nunca otra cosa. Esa es la verdadera tolerancia que Dios espera de nosotros.

 

 

 

 

 

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