Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina.(Mateo 7: 24- 27)

Estas palabras de Jesús nos presentan las dos respuestas ante su Palabra:  obediencia o desobediencia. La obediencia es como edificar la casa de nuestra vida sobre roca, la desobediencia es edificarla sobre la arena.

Muchas veces la desobediencia no se manifiesta tan abiertamente, hay ocasiones en que se disfraza manifestándose de maneras no tan obvias. Una de ellas, a mi juicio, es cuando dejamos a un lado la clara y confiable Palabra de Dios para correr tras las emociones.

Dios nos ha creado con emociones, ellas son partes de nuestra vida y en muchos casos ton tocadas por el Espíritu de Dios.  Considero que cuando hablamos de ellas, debemos mantener cierto equilibrio guardándonos de los extremos. Sin embargo, también creo que es un craso error confiar exclusivamente en ellas, llegándolas a clasificar como la “voluntad de Dios” para mi vida y tomar decisiones basándonos solamente en ellas.

Si es un extremo peligroso desechar las emociones, considerándolas que no forman parte de nuestra vida, olvidándonos que tanto los incrédulos como los cristianos las tenemos y que Dios puede estimularlas. Otro extremo igualmente peligroso es el emocionalismo. Este se produce cuando las emociones son el centro de nuestra vida y de esta manera las confundimos con la presencia de Dios y su voluntad. Y más peligroso aun, es cuando basamos nuestra obediencia exclusivamente en las emociones, al final esto no es más que un disfraz que oculta el verdadero rostro de la desobediencia.

Un cristiano que basa su vida exclusivamente en sentimiento y emociones, será un cristiano inestable, que hoy estará sintiéndose de una manera y mañana de otra. Hoy le parece que rebosa de la presencia de Dios porque lo está ” sintiendo” y mañana se sentirá totalmente vacío.

Esto me preocupa grandemente, sobre todo, cuando veo tantos creyentes que constantemente emplean la palabra ” siento” y “no siento”. Cuando se les pregunta: ” ¿Por qué no viniste al culto?” “No sentía deseos “- es la respuesta. ¿Se dan cuenta? El énfasis está en cómo se sentían.

Esta situación es peligrosa, porque se está edificando la vida sobre la inestable arena de las emociones y no la roca firme de la Palabra. Y el mismo Señor nos advirtió del gran peligro de levantar nuestra vida sobre la arena, al final solo nos aguarda la ruina, el caos, la destrucción. Lo único que nos permitirá estar en pie cuando vengan las abundantes lluvias, los desbordados ríos y los fuertes vientos, será la estabilidad que produce la obediencia a la Santa Palabra de Dios. A través de la cual Dios siempre nos habla e interesantemente, ella está llena de mandamientos en los que Dios apela a nuestra voluntad para producir obediencia y no hablan nunca a nuestras emociones.

La obediencia se da en el contexto de nuestra voluntad, sin importar como nos sintamos.   ¡Y qué maravilloso y fiel es nuestro Dios! Cuando obedecemos aun sin tomar en cuenta como nos sentimos, nuestras emociones y sentimientos son tocados poderosamente por su Espíritu.

Te dejo la pregunta: ¿Sobre qué estas edificando tu vida: la arena de las emociones o la roca solida de la Palabra divina?

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